Sí a un Jaén peatonal

Recuerdo que, a pesar de ser un niño, la primera vez que vi ‘Blade Runner’ no me gustó demasiado aquella ciudad futurista creada por Ridley Scott en la que el neón, la luz artificial y los coches voladores (a algunos en Jaén ya sólo les falta despegar) se habían convertido en el decorado de la vida de aquellos hombres del futuro. Sinceramente me resultaba más atractiva una ciudad en la que las piedras del pasado aún seguían en pie y en la que quienes vivían en ella paseaban y disfrutaban de sus calles. Los siguientes años fueron dando forma a un Jaén que se acercaba más a aquel decorado en el que los ‘blade runner’ perseguían a los ‘replicantes’ (salvo honrosas excepciones), como si de un juego de policías y ladrones se tratase y menos a una ciudad en la que la calidad de vida primara por encima de los caprichos de algunos iluminados tecnológicos urbanitas.

No sé si el actual equipo de Gobierno con su alcaldesa al frente tampoco se sentía cómodo con la ciudad futurista de Scott, pero su apuesta de peatonalizar la calle Bernabé Soriano es cuando menos, valiente y coherente. Jaén ahora más parece la periferia de Mexico D. F. que una pequeña ciudad europea con más de veinte siglos de historia. Y es una decisión valiente no por el hecho de peatonalizar el entorno de la Catedral (algo que se le ha hurtado a los jienense durante décadas) sino por hacer transitable el emblema de la modernidad jienense.


Cuando Eiffel proyectó su gigantesca torre en París, la mitad de la sociedad parisina se mostró en contra de semejante barbaridad. Como quiera que nosotros no somos París y que la torre que ahora nos ocupa no es más que una calle a la que se va a quitar alquitrán y se le va a colocar adoquines, los detractores también deberían haber sido menos contundentes que los parisinos de principios del siglo XX. Sin embargo, Jaén siempre ha estado a la cabeza mundial en conservadurismo e inmovilismo; en mentes obtusas que no son capaces de ver más allá del día siguiente o como mucho del fin de semana mientras llenan sus barrigas (difícilmente cabría algo en sus prietos sesos). Ellos, los mismos que ahora increpan a trabajadores de otros países en La Carrera, pasearán mañana por Bernabé Soriano con sus mejores galas, luciendo radiantes sus collares y pulseras y jactándose de que “esto es lo que necesitaba la ciudad”. Ya lo verán.

El idioma de las psicofonías

Aún me tiemblan las piernas cuando recuerdo una vieja cinta de cassette que aún conservo con las mejores psicofonías seleccionadas por Jiménez del Oso para la revista ‘Más allá’ y que durante muchos años nos quitó el sueño a buena parte de los aficionados a la radio nocturna y a aquellos programas misteriosos (nada que ver con lo que hace el señor Íker ahora). Al de Jiménez del Oso le siguieron dignos discípulos como Miguel Blanco con su ‘Espacio en blanco’ (aún en antena) o el desaparecido dueño de las noches Juan Antonio Cebrián con ‘Turno de Noche’ y ‘La Rosa de los Vientos’ (también en antena con todos sus colaboradores y su recuerdo).

Pero al grano. Un análisis (si es que alguna psicofonía lo tuviese) más pausado de esas voces de caverna, magnéticas, inaudibles en su mayoría, que dicen los eruditos de este tema (que al parecer hay unos pocos) son voces del más allá, de almas atormentadas me plantea una cuestión. ¿Porqué todas hablan en castellano? ¿Porqué las que se recogen en Alemania hablan un perfecto alemán y las que se recogen en Valladolid un perfecto español? ¿No hay ningún alma atormentada del siglo XVI o ningún inmigrante francés que chapurree con acento gabacho su psicofonía a la grabadora de tan insignes estudiosos? Pues me da a mí que a tenor de los registros no las hay. De lo que se puede deducir que o las psicofonías tienen un profundo sentido patrio y nacionalista español (en nuestro caso) o que como nos tragamos todos los bulos que nos ofrecen sin sentarnos a meditar un par de minutos, no son más que la propaganda caprichosa de un grupete de amigos que deben llevar años riéndose de todos nosotros, pobres mortales.

Y eso es un poco lo que pasa con la política actualmente, que nos tragamos a los charlatanes que día tras día llenan las páginas y las ondas de los medios (nosotros no íbamos a ser menos, qué se creían) sin sentarnos a pensar qué nos están diciendo o qué pretenden conseguir con sus mensajes. Y nos lo dicen en un claro y perfecto castellano, ya sea con acento leonés o gallego, o con el bonico deje de Jaén. ¡Ea!, que aquí también tenemos quien nos trate como estúpidos.

Matar a un ruiseñor

La historia de esta ciudad está llena de ejemplos de hipocresía y desfachatez y no han sido ni son siempre los políticos sus protagonistas. Aquellos que dicen representar a los ciudadanos en asociaciones o plataformas son muchas veces (¿cincuenta, cien, mil?, no dispongo de las herramientas precisas que midan la caradura) peores que las políticos.
A saber: los mismos que hace algo más de diez años ladrillito a ladrillito, en silencio, arrasaron Jabalcuz y lo convirtieron en el esperpento que es ahora, los mismos, se constituyen en plataforma y piden ayuda a todos los jienenses para salvar Jabalcuz. Para que los vecinos del Polígono del Valle o de Antonio Díaz se apiaden de ellos y les arreglen su patio trasero. Porque eso es lo que hicieron de Jabalcuz, el patio trasero de sus casas. Ahora quieren recuperar ese paraje emblemático a pocos minutos de la ciudad que expiró hace una décaca, sin que ningún Atticus local defendiera y evitara que mataran al ruiseñor, desterrando a miles de vecinos de su trino. Y como en la película de Mulligan y Gregory Peck, volverán a salirse con la suya con el silencio cobarde de toda la ciudad. Si había alguien que no estuviera legitimado para salvar Jabalcuz, eran ellos.

La manada de los líderes


Ahora que ya sabemos que esto de la crisis no es culpa nuestra (qué peso nos hemos quitado de encima) y que parece estar claro que viene de todos los Estados Unidos; ahora que se ha puesto de moda un tal César Millán que sienta a los perros en un diván para hablar de psicología; y ahora que sabemos que en España también fabricamos armas y no sólo orujo, mantecados y zapatos; ahora, ya no se pueden contar más mentiras.

Quizá no sea aún tarde para darnos cuenta de que vivimos en una época en la que en lugar de un líder de la manada tenemos una manada de líderes, entre las que ocupan destacados lugares nuestros políticos jienenses. Voy al grano. Resulta que según denunció esta semana una asociación en defensa de los animales en Jaén, Abyda, el año pasado se recogieron en la ciudad unos seiscientos perros abandonados por sus dueños, que no quiere decir que sean los únicos que hay en la calle (punto y aparte son los gatos), sin que los responsables del Ayuntamiento movieran una sola pestaña para atajar este problema, ya que estaban más preocupados en gastarse la bonita cifra de 39.000 euros en el primer modelo de pipicanes y 12.000 en el segundo modelo, que era más sugerente si cabía para los perritos jienenses que el primero. Todo ello para que los dueños de canes le dijeran a su mascota: ¡aquí!, mientras ella observaba a su dueño como vaca que mira al tren.

Y digo yo. ¿Y si el 80 por ciento de las cacas que hay en la ciudad son de los seiscientos perros que seiscientos (o menos) desgraciados han abandonado en la calle? ¿Y si de esos 50.000 euros se hubiesen gastado una parte en sacar del paro a algunos vecinos para recoger los perros y otra parte en firmar convenios (dignos, con las que ya los tienen y nuevos con los que aún no? Seguramente habría menos perros abandonados en la ciudad y quizá menos cacas también, que era el objetivo que perseguían. Y sobre todo, si cuando VIVA JAÉN y los vecinos denunciaron hace dos años y medio que un dálmata paseaba por la cornisa del piso de la calle Bernabé Soriano, donde lo tenía su “dueña”, algún político o jefe hubiera cumplido con su obligación, no se hubiese precipitado al suelo por una racha de viento el pasado 22 de enero.

En un lugar del Ayuntamiento

En un lugar del Ayuntamiento, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que llegaron unos hidalgos de los de reunión fácil, nobles ideales y chancla corredora. Una olla de algo más vaca que carnero, chato de vino las más noches, duelos y asambleas los viernes y alguna que otra legaña los lunes, consumían las tres partes de su hacienda. Frisaba la edad de nuestros hidalgos con los cuarenta años; eran de complexión fuerte, enjutos de rostro y amigos de la participación. Quieren decir que tenían el sobrenombre de ‘rojos’, que en esto hay alguna diferencia en los autores que este caso escriben; aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaban militantes y dirigentes de Izquierda Unida. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que estos sobredichos hidalgos, los ratos que estaban ociosos (que eran los más del año) se daban a contar los huecos sin árboles de la ciudad, a proyectar miles de viviendas, a llenar los estanques de patitos y a pelearse los unos con los otros (que si uno decía que la estación de autobuses tenía que ir aquí, los otros decían que allí), con tanta afición y gusto, que olvidaron casi de todo punto el ejercicio de responsabilidad y de gobierno depositado por sus electores en ellos, y aún la administración de su hacienda; y llegó tanto su desatino en esto, que no dudaron en cambiar los discursos que antaño vociferaban con gusto y en hacer mutis por el foro cuando la casera de su hacienda los llamaba al orden municipal.
Y así pasaron los días y en efecto, rematado ya su juicio vinieron a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que les pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, dejar de ser caballeros andantes, olvidando recorrer el mundo deshaciendo todo género de agravios neoliberales y mirar para otro lado en aquellos aspectos que los enfrentaran a su casera o en aquellas cuestiones que la ciudad solicitase su opinión. Y poco más se supo de sus asambleas y de la antaño honrosa participación.

La fila jienense

Existe una variante de la fila india aplicada a la circulación de vehículos de motor, no sé si inventada en Jaén, pero cuya capital es el máximo exponente: la fila jiennense. Esta mutación consiste en situar los vehículos uno tras otro, en fila india, en un mismo carril de dirección (generalmente el central) independientemente de que existan otros carriles con el mismo sentido y dirección sin ocupar. La práctica, habitual en el sentido descendente de la Avenida de Madrid o ascendente del Paseo de la Estación, conlleva la indiferencia de los conductores ante la pérdida de tiempo, bloqueos de otras vías y cualquier tipo de señal visible o acústica que pueda proferir algún conductor (en peligro de extinción, porque la fila jienense es contagiosa), recordando que cuando se va a tomar un sentido no es necesario situarse en el carril que dos kilómetros más adelante se desviará hacia la ruta que pretende el conductor.

Algunos de estos activistas del atasco perenne contestarán: “Es que suele haber coches en doble fila”. ¡Cráneos conformistas y conservadores; inmovilistas y cómodos! Claro que puede haber coches en doble fila. Como también cuando entramos en una calle de un solo carril puede que nos encontremos un camión de mudanzas; o como puede que mientras circulemos nos caiga un señor que ha saltado desde su ático aburrido de leer tanta tontería sobre la crisis y el sistema financiero; pero bendito mío, sacúdete la cabeza un par de veces e intenta ejercitar la dirección y los intermitentes de tu cochazo y prueba a asomar un poco (digo sólo un poco, no cambiemos rancias rutinas de golpe y porrazo) el morro para ver si hay algún desaprensivo en doble fila. Nada más.
De todas formas será difícil (al menos en este siglo) cambiar un hábito tan arraigado en esta sociedad como es la fila jienense, que no es otra cosa que la manifestación motora de la idiosincrasia de Jaén. La falta de apego por nuestras cosas, la falta de fe en nuestras posibilidades y la pasividad absoluta de todo el mundo a que nos ninguneen. Por eso Jaén tiene a algunos de los mejores ninguneadores del momento.

Bueno, por no caer en el pesimismo, pueden consolarse pensando que esta práctica de la fila jienense hará más llevadero que el esperado tranvía sólo vaya a dejar un carril ascendente y otro descendente para la circulación en muchas tramos. Para que queremos más.

En busca de las logias perdidas



Entre el año 1870 y 1903 se constituyen en la provincia de Jaén 24 logias masónicas, cuatro de ellas en la capital, uno de los números más elevados de todo el país. No obstante, el profesor jienense de Filosofía en la Universidad de Granada, Juan Carlos Gay Armenteros apunta en su trabajo “Composición social de la masonería en Jaén” que “este fervor masónico es demasiado aparatoso para ser real”, ya que sólo unas pocas tendrán fuerza y continuidad”, entre ellas, la primera logia femenina de España.
En cualquier caso, antes de que estallara la Guerra Civil española, en la capital existían 5 logias con una media de 20 masones cada una. En la actualidad sólo hay cinco masones en Jaén, que pretenden refundar una logia en la capital.José Manuel, de 33 años de edad, que prefiere mantener sus apellidos en secreto, es uno de ellos, aunque pertenece a una logia granadina, donde el número de masones alcanza casi el centenar. “Nuestra intención es refundar una logia en la capital, sin embargo son necesarios siete hermanos como mínimo para constituirla”, arguye. Para dar a conocer la masonería en Jaén “recuperar la historia perdida y conocer su pasado y su presente” ha creado un blog en internet (http://masoneriajaen.blogspot.com).


¿Asociación secreta?

José Manuel explica que la masonería “no es secreta, sino discreta”. “El problema es que durante años se le ha colgado un sambenito tras de otro. De hecho, aún hay muchas familias en Jaén que ocultan el pasado masón de abuelos y bisabuelos. José Manuel hace unos siete años que ingresó en la masonería y explica que no fue difícil. “Llegué a a través de la lectura, me interesó conocer más y me documenté (hoy en día La Gran Logia de España y muchas más tienen páginas web donde explican qué es la masonería, cuáles son sus principios y cómo acceder a ella).

Después solicité mi ingreso y fui aceptado. Nada más. No hay nada oculto, sólo discreción”.Según explica este masón jienense la financiación de las logias proviene exclusivamente de las aportaciones de sus ‘hermanos’. Así, tal y como si se tratase de un gimnasio o una academia, con una matrícula de unos 600 euros y mensualidades de 30 euros cualquier varón mayor de 18 años, pero con independencia económica puede ingresar en una logia, siempre y cuando previamente haya sido aceptado. La prohibición explícita de las mujeres, cuando se constituyó en 1717 de la Gran Logia de Londres, sigue manteníendose en la actualidad, junto con los ritos y símbolos con los que se trabaja en las reuniones que se celebran una vez al mes. Esa circunstancia provocó a finales del siglo XIX y principios del XX que muchas mujeres y muchos hombres pertenecientes a logias pretendieran cambiarla. De ahí nacieron otras logias, masónicas también, pero que no son consideradas ‘regulares’, que son únicamente las que cumplen las normas de la primera logia moderna creada en Londres. Y fue precisamente Jaén la capital que albergó esta primera logia femenina.

En la actualidad, también existen mixtas. Pero ¿qué es la masonería? Paradójicamente el Diccionario de la Academia Española de la Lengua define masonería (o francmasonería) como “asociación secreta de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales, y se agrupan en entidades llamadas logias”. Algo más concreto, excepto en lo que se refiere al secreto, es el Diccionario Enciclopédico de la Masonería donde la define como “una Asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva; que procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes y que tiene por divisa la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad”.

Lo que sí es cierto es que quizá no tenga demasiado sentido llevar con tanta discreción tan elevados ideales, sobre todo cuanto se conoce que ilustres personajes como Santiago Ramón y Cajal, Isaac Peral, Ortega y Gasset, Juan Gris, Jovellanos, Antonio Machado, Blas Infante o Blasco Ibáñez, entre otros, fueron masones. Es difícil no estar deacuerdo con la importancia del legado que, cada uno de ellos en su parcela, ha dejado a este país. El mismo legado que, en muchos casos persiguió la dictadura franquista, convirtiendo a los masones en auténticos delincuentes. Jaén es ejemplo claro de esa herencia.

Publicado en Viva Jaén el 15 de enero de 2009