¡Que vienen los piquetes!

El dueño del Kiosco de las Palomas, que ayer amaneció con clavos en las tres cerraduras de su negocio, dice que las arreglará él mismo para ahorrase más de trescientos euros. “Cuando llegué a para abrir a las seis de la mañana me encontré la papeleta”. No fue el único, la Avenida de Andalucía, la calle San Clemente, el Paseo de la Estación y la Avenida de Madrid sufrieron el sabotaje de los piquetes. No era un día cualquiera, era el 29-S, el día de la octava huelga general desde la llegada de la Monarquía Parlamentaria.
A las siete de la mañana la penumbra de la noche tardía antes del cambio de hora otoñal se rompe con la luz del dial de la radio. Huelga, noticias y servicios mínimos. El primer vistazo a la calle no presagia grandes cambios. Una hora y media después los padres que llevan a sus hijos al colegio porque no ha habido transporte escolar comprueban que los bares, los bancos, los estancos y las farmacias están abiertos en todos los barrios. El Polígono de los Olivares ni siquiera llega a persentar la inactividad dominical y su instantánea se asemeja a la de un caluroso sábado del mes de julio. Todos sus bares están abiertos.
En el centro los piquetes han vestido de domingo, con silicona y clavos , muchos comercios y bares. Antes de las diez de la mañana los afortunados que no han recibido la democrática visita de los convocantes miran de reojo si el vecino ha abierto el negocio y si hay ‘moros en la costa’. Pasa un taxi con un cartel en el que se puede leer “Servicios mínimos”.
De vuelta del colegio, donde la doble fila ha sido amable para la circulación, los conductores, y algún esperanzado ciudadano que espera en laparada desde hace más de media hora caen en la cuenta de que no hay autobuses urbanos. El único superviviente de los servicios mínimos prometidos y pactados por los sindicatos con la Administración yace abatido con las ruedas pinchadas en la calle Virgen de la Cabeza. Van a ser las diez de la mañana. Un grupo de piquetes pasa por delante del autobús y un ciudadano les increpa: “Sinvergüenzas”. “Parásito, esquirol”, le contesta un sindicalista. Los reproches se suben de todo, pero la comitiva sindical no varía su rumbo: El Corte Inglés.

Tensión
A las diez de la mañana, la mayoría de los piquetes están concentrados delante del centro comercial, con el secretario general de CC OO, José Moral, el de UGT, Manuel Salazar, y el del Sindicato Andaluz de Trabajadores, Andrés Bódalo, que poseído por el espíritu de Kropotkin culpa al capital de la crisis, en su particular ‘conquista del pan’. Durante más de media hora los piquetes bloquean las puertas y el aparcamiento del centro comercial en presencia de una veintena de agentes del Cuerpo Nacional de Policía, que aguantan las provocaciones de algunos de sindicalistas: “Si están deseando sacar las porras”. Los trabajadores también se llevan lo suyo: “Secta, que sois una secta”, gritan a un grupo de empleados que trata de entrar en el aparcamiento.
A las once sólo la presencia policial recuerda que no es cualquier miércoles. Sindicalistas y trabajadores izan las velas y trazan el rumbo al centro de la ciudad, a la plaza de los Jardinillos, para poner la guinda a la huelga del 29-S que empezó el 28-S y que fue anunciada el pasado 14 de junio. Mientras tanto, todo establecimiento o centro de trabajo a más de 500 metros de la acción sindical está abierto. Al mediodía, la manifestación, que comienza cinco minutos antes de lo previsto, ve como los comercios bajan los cierres, como cuando se apagan las luces al paso de la procesión del Silencio, sólo que el miedo a los desperfectos, sustituye a la devoción y a la tradición. Del resto de la jornada poco cabe esperar ya, aunque entre las dos y las tres de la tarde nadie sabe donde está el bullicio de los funcionarios que no secundaron la huelga al salir de sus puestos de trabajo.
Esta mañana, el dueño del kiosco de las Palomas volverá a abrir a las seis. Servirá sus desayunos y cerrará tras una dura jornada. Y mañana viernes, igual. Y también la próxima semana, el próximo mes. Y lo único que habrá cambiado en su vida serán las cerraduras de su negocio.

La entrañable belleza de lo cotidiano

No hay nada como una peleilla de esas tontas para unir a la familia. Qué felicidad, qué situación tan entrañable cuando, minutos después de que tu pareja se haya sentado a la mesa, mientras tú terminas de colocar los pequeños detalles que ella ha olvidado para la cena (nada, minucias: tu vaso, tu servilleta, tu tenedor, tu cuchillo), escuchas y ves que de las más de treinta opciones para ver en la tele ha ganado el primer premio un programa en el que la gente enseña su casa. Prudentemente ocupas tu lugar en la mesa y esperas, tras varios gestos y ruiditos de desaprobación que te diga: ¿hacemos un zapping? Pero la pregunta no llega pasados unos minutos. Comprendes que quiere ver la casa de todos estos gañanes. Cuando el cayo malayo (con todos mis respetos para las graciosas y nobles gentes de Malasia toda) que hace las veces de anfitriona llega a la piscina y observas que no hay ningún bikini cubriendo mínimamente la exuberancia de alguna señorita, decides atacar. “¿Que vamos a ver esto?”, increpas con tono amable, pero firme. “Es que no hay nada”. Qué gran frase. Maravillosa. Qué gran argumento para hacer un tapete de punto de cruz que decore la mesita de la televisión. Irremediablemente unida a esa frase llega la réplica. ¿Alguna película habrá, no? Y es entonces cuando llega el milagro tecnólogico: el mismo mando que generalmente agitas en el aire intentando cambiar de canal, en manos ajenas, es capaz de pasar las treinta cadenas en apenas diez segundos, sin que tu retina pueda procesar tal secuencia de imágenes. Tras el prodigio digital terrestre, con la boca llena, entreabierta y el tenedor esperando con una nueva carga a que termines de masticar, escuchas: “¿Has visto?, no hay nada”.
Lo que viene después supongo que ya lo conocen; o terminas viendo las casas de esas modestas familias (que seguro que irán todas a la huelga para protestar por la reforma laboral), o insistes en hacer un zapping a cámara lenta que terminará con una respuesta similar a esta: ¡Toma el mando y pon lo que te dé la gana! ¿Saben de algo tan entrañable y cotidiano?

¿Accesibilidad para todos?

Vicente, que acaba de abrir un magnífico bar en la plaza del Pato (ya era hora de que alguien apostara por un establecimiento hostelero de calidad dentro del casco antiguo y no en la entrada), no ha tenido más remedio que cumplir escrupulosamente cada una de las exigencias legales que la Administración dicta sobre accesibilidad para discapacitados, que no entiende de metros cuadrados y de distribución del espacio. Las medidas para discapacitados físicos son las mismas para locales de 500 o de 30 metros cuadrados.
Vicente, que hubiera preferido decidir cómo distribuir el espacio de su inversión, entiende que los locales deben ser accesibles a minusválidos y personas con movilidad reducida (que son muchos a partir de las dos de la madrugada). Es más, recibiría con alfombra roja si fuese necesario a Álvaro Alcalde Gutiérrez, el jóven minusválido cuya discapacidad tuvo que ser valorada por un juez en plena calle porque no podía acceder al palacio de la Audiencia Provincial.
Sin embargo, el padre de Álvaro tuvo que soportar que la secretaria del juzgado de Primera Instancia número 6 de Jaén le mostrara su desprecio porque durante casi una hora había hecho todo lo posible para que su hijo pudiera asistir a la vista que tenía prevista celebrarse dentro del juzgado y no en el aparcamietno de la Audiencia, donde los coches de los funcionarios bloqueaban el vergonzoso acceso para minusválidos que tiene el edificio. En su flamante coche sacó su mano por la ventanilla y la agitó como quien dice ‘¡anda ya, chalao! Cuidao la que ha liao porque no ha podido subir a su hijo parapléjico a la sala de vistas’.
Y eso es todo. Al padre sólo le quedará impotencia y rabia; a mí el más profundo desprecio por la señora secretaria, pero nadie abrirá un expediente a la Audiencia, al Juzgado, a la Delegación de Justicia, a la Junta de Andalucía. Eso sí, ándesen con cuidado todos los ‘vicentes’ que quieran abrir un negocio que ahí serán implacables con sus multas.

El eterno retorno del alto el fuego

Cuando Nietzsche retomó la idea estoica del eterno retorno en “Así habló Zaratustra” lo hizo con mayor profundidad y trascendencia a la que finalmente ha quedado ligado el concepto. Lejos del tópico literario y cultural vinculado solamente al plano cronológico, el eterno retorno enuncia la esencia de la moralidad. Plantea un difícil ejercicio: como quiera que los acontecimientos están condenados a repetirse, y con ellos los pensamientos y las ideas, sería necesario comportarse de tal modo que en el caso de que tuviésemos que vivir nuevamente, eternamente, afrontáramos esa pena sin temor a aquellas cosas que hicimos, a aquellas cosas que pensamos...
Me pregunto si los terroristas de ETA serían capaces de afrontar, cuando acaban de anunciar un nuevo alto el fuego, sin temor, cada uno de los más de 800 asesinatos que han cometido en nombre de la libertad del pueblo de Euskadi. Al igual que me pregunto si este alto el fuego (otro triste deja vu) finalmente será el último. La palabra la tienen ahora aquellos que se hacen llamar brazo político de los terroristas. Que condenen la lucha armada de los terroristas que una vez más bajan sus pistolas unos meses antes de una convocatoria electoral. Dudo mucho que si realmente la Historia estuviese condenada a repetir una y otra vez la matanza de ETA en nombre del pueblo vasco, éste fuese capaz de permitirlo.
El nuevo comunicado de ETA nos deja ver el despotismo de la violencia que abanderan desde hace cincuenta años, frente al inmovilismo político y dogmático de los estados soberanos, que lo son hasta que dejan de serlo. El alto el fuego de ETA hay que tomarlo como lo que es, otra tregua más, otro enunciado del verbo terror, otro parántesis dentro de su anacronismo ideológico y fundamentalista. Sólo la gestión que de este nuevo comunicado hagan los partidos abertzales y los gobiernos vascos y español, se podrá iniciar otra larga etapa: la del fin de la violencia de los terroristas y el camino hacia la autodeterminación de un pueblo. Si la quiere.