Ahora toca la Ciudad Sanitaria

Difícilmente me hubiera imaginado cuando estaba en mi lejano Cándido Nogales e iba al Colegio Universitario a comerme bocadillos de salchillón que la Universidad de Jaén tendría facultad de Medicina. Tampoco me imaginaba que se podrían alquilar bicicletas con un mensaje de texto enviado desde un teléfono que llevaríamos en el bolsillo de la camisa, pero así funciona el progreso. La Universidad de Jaén se ha ganado la facultad de Medicina a pulso y nadie lo puede poner en duda. Ahora toca de una vez por todas una Ciudad Sanitaria. Esa debe ser la prioridad. El equipo de Gobierno municipal y la Delegación de la Junta de Andalucía deben pelear porque en cuatro años como mínimo esté en funcionamiento. Para ello sólo hace falta arrancar la voluntad política como lo ha hecho Manuel Parras y su equipo.Hay servicios básicos para los ciudadanos que no deben estar sujetos a estrategias políticas ni a más plazos que los que marque la necesidad y ahí ya se han sobrepasado todos ellos. No seré yo quien ponga una pega al Museo de Arte Ibero o a cualquier infraestructura cultural para esta ciudad, pero si les soy sincero, prefiero que, en el caso de que me diera un infarto de miocardio, me cogiese en la Ciudad Sanitaria antes que frente al conjunto escultórico de ‘El pajarillo’. Tampoco creo que haya que echarse las manos a la cabeza si se privatiza la empresa de aparcamientos municipal, cuando hace años se dio la gestión de la limpieza de la ciudad a una empresa que ahora juega con la deuda que mantiene nuestro Ayuntamiento con ellos para condenarnos a todos los jienenses a vivir en un estercolero. Ya digo, hay prioridades y la limpieza de mi ciudad y la sanidad de todos son lo suficientemente importantes para que nadie haga negocio con ellas ni las supedite a rentas de un futuro político. Ahora toca de una vez la Ciudad Sanitaria, sin más cuentos chinos, que ya son más de diez años desde que la comunidad sanitaria reclamara una gran complejo que acabase con la dispersión de los servicios actuales.

Róbame tres millones sin rozar mi coche

La confianza es la que sustenta nuestro actual sistema social. Sin la confianza esta aldea de millones de personas nunca habría podido existir. Y la gestión de esa confianza es la que permite a unos pocos engañar al resto. Me explico. Yo nunca he estado en Nueva York, pero doy por hecho que existe, que tiene su Quinta Avenida, su Central Park y su estatua de la Libertad. Todo eso lo he visto en fotos artísticas, en fotos de amigos (pretendidamente artísticas), en cientos de películas, pero yo nunca he estado allí. Confío por tanto que exita Nueva York, América incluso, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. Otro ejemplo. La circulación vial es posible gracias a la confianza. Cuando yo paso un semáforo en verde en una intersección es porque confío que quienes tienen la luz roja estarán parados. O cuando me avalanzo sobre una puerta automática de las que sabes que se abren gracias a sensores de movimiento, lo hago porque confío que se va a abrir a mi paso. Sin la confianza nada de eso sería posible. No existiría el sistema socioeconómico y político vigente. Ni tampoco sus errores. Y no me refiero a fallos en la puerta automática, sino a sinvergüenzas como Jaume Matas, que fuera Ministro de Medio Ambiente con José María Aznar y presidente del Gobierno Balear en dos ocasiones y el sistema financiero que avaló los tres millones de euros que el juez impuso de fianza para que el número uno del PP balear hasta 2008 no entrara en prisión. El Banco de Valencia, el mismo que habrá negado a miles de ciudadanos y pequeños empresarios un pequeño crédito o una hipoteca en estos dos últimos años le da tres millones de euros a este señor. Tres millones de los pequeños ahorradores, del trabajo de miles de familias. Aunque tenga bienes para avalarlos. ¿Qué coño le pasa a este país que ya, ni de charanga y pandereta? ¿Qué tipo de ‘chip’ nos han implantado para que sigamos callados y nada nos parezca suficiente? Ni siquiera cuatro millones de parados y 70.000 folios de instrucción de una pandilla de delincuentes son suficientes. Bendita confianza en este sistema que tiene callados a millones de españoles. Eso sí, como te rocen el coche aparcando somos capaces de patear en el suelo al conductor. Enhorabuena, confiado inventor.